La union hace la fuerza




El presente artículo aborda la percepción de la emoción de miedo en las calles de nuestro país
a través de una aplicación dentro del espacio geográfico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, donde hombres y mujeres expresan sus aprendizajes sociales, sus construcciones
determinadas por el género y el desarrollo de la personalidad a través de los imaginarios simbólicos de lo que implica la emoción de miedo frente a la inseguridad pública delictiva. Muestra las diferencias de percepción entre hombres y mujeres no sólo del miedo a conductas delictivas, sino del tipo de delitos a los cuales están
expuestos(as), analizadas desde la perspectiva de género a través de los elementos criminológicos relacionados con la inseguridad pública del país.
Algunos factores que la autora y sus colaboradores antes citados mencionan en relación con esta divergencia son: rompimiento del sentido de comunidad, abandono de los espacios públicos como áreas seguras y de recreación, actitudes desfavorables sobre la impartición de justicia penal y la punibilidad del delito, los efectos psicológicos negativos a nivel individual y cambio de hábitos frente a la criminalidad (adoptar medidas de seguridad, evitar transitar por ciertas zonas, etcétera) y, en general, un deterioro de la calidad de la vida urbana. El 80.3% de las personas encuestadas dejó de hacer alguna actividad o cambió sus hábitos por miedo a ser víctima de algún delito. Estos comportamientos son:
 • Usar joyas.
 • Que los hijos(as) menores salieran a la calle.
 • Salir de noche. • Llevar dinero en efectivo.
• Llevar tarjetas de crédito o débito.
• Visitar a parientes o amistades.
• Salir a caminar.
El análisis de las causas y factores que conlleva la criminalidad en nuestro país se ha convertido en un campo de estudio dentro del quehacer académico universitario proveniente de las distintas disciplinas sociales. Si bien es cierto que la delincuencia ha formado parte de las estructuras sociales desde el origen de las civilizaciones, la conducta delictiva actual ha adquirido diferentes matices y formas para expresarse, las cuales rebasan los límites de contención psicológica que pueden alterar la vida social de las personas. Esto se da aunado a la falta de protección por parte de las instituciones del Estado que deben brindar la seguridad pública a la ciudadanía. Asimismo, el ser humano aparece en un ambiente de pérdida de la credibilidad y confianza de estas instituciones, dificultando la tarea de protección personal.

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